domingo, 10 de abril de 2011

JUANA DE ARCO 1928

Juana de Arco (6 de enero de 141230 de mayo de 1431)[1] , también conocida como la Doncella de Orléans (o, en francés, la Pucelle), fue una heroína, militar y santa francesa. Su festividad se celebra el día del aniversario de su muerte, como es tradición en la Iglesia Católica, el 30 de mayo.
Nacida en Domrémy, pequeño poblado situado en el departamento de los Vosgos en la región de la Lorena, Francia, ya con 17 años encabezó el ejército real francés. Convenció al rey Carlos VII de que expulsaría a los ingleses de Francia y éste le dio autoridad sobre su ejército en el Sitio de Orleans, la batalla de Patay y otros enfrentamientos en 1429 y 1430. Estas campañas revitalizaron la facción de Carlos VII durante la Guerra de los Cien Años y permitieron la coronación del monarca. Como recompensa, el rey eximió al pueblo natal de Juana de Domrémy del impuesto anual a la corona. Esta ley se mantuvo en vigor hasta hace aproximadamente cien años. Posteriormente fue capturada por los borgoñones y entregada a los ingleses. Los clérigos la condenaron por herejía y el duque Juan de Bedford la quemó viva en Ruán. La mayoría de los datos sobre su vida se basan en las actas de aquel proceso pero, en cierta forma, están desprovistos de crédito pues, según diversos testigos presenciales del juicio, fueron sometidos a multitud de correcciones por orden del obispo Cauchon, así como a la introducción de datos falsos. Entre estos testigos estaba el escribano oficial, designado sólo por Cauchon, quien afirma que en ocasiones había secretarios escondidos detrás de las cortinas de la sala esperando instrucciones para borrar o agregar datos a las actas.
Veinticinco años después de su condena, el Rey Carlos VII instigó a la Iglesia a que revisaran aquel juicio inquisitorial, dictaminando el Papa Nicolás V la inconveniencia de su reapertura en aquellos momentos, debido a los recientes éxitos militares de Francia sobre Inglaterra y a la posibilidad de que los ingleses lo tomaran, en aquellos delicados momentos, como una afrenta por parte de Roma. No obstante la familia de Juana también reunió las pruebas necesarias para la revisión del juicio y se las envió al Papa, pero éste se negó definitivamente a reabrir el proceso. A la muerte de Nicolás V, fue elegido papa el español Calixto III (Alfonso de Borja) el 8 de abril de 1456 y es él quien dispuso que se reabriera el proceso. La inocencia de Juana Domrémy fue reconocida ese mismo año en un proceso donde hubo numerosos testimonios y se declaró herejes a los jueces que la habían condenado. Finalmente, ya en el siglo XX, en 1909 fue beatificada y posteriormente declarada santa en 1920 por el Papa Benedicto XV. Ese mismo año fue declarada como la santa patrona de Francia.[2]
Su fama se extendió inmediatamente después de su muerte: fue venerada por la Liga Católica en el siglo XVI y adoptada como símbolo cultural por los círculos patrióticos franceses desde el siglo XIX. Fue igualmente una inspiración para las fuerzas aliadas durante la Primera y la Segunda guerra mundial.
Popularmente, Juana de Arco es contemplada por muchas personas como una mujer notable: valiente, vigorosa y con una gran fe. Hoy en día es objeto de especial interés en la República de Irlanda, Canadá, Reino Unido y los Estados Unidos. En el movimiento del escultismo es la santa patrona de las guías (rama femenina).

JUANA DE ARCO 1928

Primera parte



Segunda parte



Tercera parte



Cuarta parte



Quinta parte



Sexta parte



Séptima parte



Ocrava y última parte



Contenido

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[editar] El origen de Juana y el contexto de su tiempo

[editar] Su nombre


Firma de Juana.
De acuerdo con los datos recabados en el proceso de Ruán, Juana se hizo llamar siempre «Juana la Doncella». No obstante, como ella misma comentó, «dentro de mi pueblo se me llamaba Jehannette. En Francia, se me llamaba Jehanne desde mi llegada».[3]
Posteriormente, se le añadiría la palabra «Darc» como apellido, para referirse a ella de forma oficial (la falta de apóstrofo en su versión francesa —d'Arc— se debe a la inexistencia de tal signo en la Edad Media). Arco (arc) proviene del apellido de su padre, Jacques Darc, cuyas raíces familiares estaban posiblemente en dos pueblos, Arc-en-Barrois o Art-sur-Meurthe, pueblos muy cercanos donde se cree que nació «la Pucelle». El nombre, no obstante, varía (Arc, Ars, Ai…) dadas las diferencias en la versión antigua de Art sur Meurthe (donde se reduce la erre).
La denominación de «Jehanne d'Arc» se encuentra en la obra de un poeta de Orléans hacia 1576; «Jehanne» se transcribe hoy en día como «Jeanne».

[editar] Sus padres

En el proceso Juana dijo sobre sus padres lo siguiente: «Mi padre se llama Jacques Darc y mi madre Isabelle». De esta manera se sabe que sus padres fueron Jacques Darc e Isabelle Romée.[4] Isabelle Romée no era el nombre original, sino que era el sobrenombre que se dio a Isabelle de Vouthon (que pertenecía a la parroquia de Vouthon, hoy en el departamento de Charente), como se hizo a otros una vez que realizaban el peregrinaje «de Puy» (de la montaña) en vez del de Roma. De hecho Juana no dio el apellido. Su padre Jacques era agricultor. No era pobre pero vio a regañadientes la venida de otro nuevo vástago más a su familia, ya que Juana tuvo tres hermanos mayores.

[editar] El nacimiento


Casa natal de Juana de Arco, en Domrémy, actualmente convertida en museo.
El debate sobre la fecha de nacimiento de la Doncella de Orléans, no lo consiguió resolver ni la misma Juana durante el proceso, ya que, cuando le preguntaron qué edad tenía, respondió: «Alrededor de diecinueve años, creo».[1] Aunque no estaba segura, la historiografía ha interpretado esta declaración al pie de la letra. De esta manera, restándole su posible edad a la fecha en la que se realizó la pregunta durante el proceso, 24 de febrero de 1431, aparece 1412 como la fecha más probable de nacimiento.
El lugar donde nació, teóricamente es Domrémy, tal y como dijo en el interrogatorio de identidad de su proceso, el 21 de febrero de 1431; «Yo he nacido en la villa de Domrémy».[4] Además añadió que era una villa dependiente de Greux (inmediatamente al norte de Domrémy),[4] y que hoy ha pasado a llamarse Domrémy-la-Pucelle, gracias a ella. Ambas pertenecen actualmente al departamento de los Vosgos, en la región de la Lorena. Domrémy fue también el lugar donde recibió el bautismo de manos del Padre Jean Minet.

[editar] El conflicto de la Guerra de los Cien Años

Artículo principal: Guerra de los Cien Años

Felipe VI de Francia, en la Biblioteca Nacional de Francia.
Tras la muerte sin descendencia de Eduardo el Confesor y el breve reinado del rey Harold II, el trono de Inglaterra fue conquistado en 1.066 (batalla de Hastings) por el francés Guillermo el Conquistador, duque de Normandía. Estos hechos constituyeron el inicio de un secular enfrentamiento entre ambos reinos. Con el tiempo, los reyes de Inglaterra reunieron varios de los mayores ducados de Francia: Aquitania, Poitiu, Bretaña… Eran supuestos vasallos del rey galo que vivían en Londres, y comandaban un imperio rival. De hecho, los vasallos habían pasado a ser más poderosos que su señor.
Los intentos de Francia por recuperar los territorios perdidos precipitaron uno de los más largos y sangrientos conflictos de la historia de la humanidad: la Guerra de los Cien Años, que duró en realidad 116 y produjo millones de muertos y la destrucción de casi toda la Francia Septentrional.
Cerca del estallido de la Guerra de los Cien Años, en 1337 los intereses de unificar las coronas se concretaron a la muerte del rey francés Carlos IV en 1328. Felipe de Valois, francés y sucesor gracias a la Ley Sálica (Carlos IV no había tenido descendencia masculina), se proclamó rey de Francia el 27 de mayo de 1328 (reinó como Felipe VI de Francia). Felipe ya se había convertido en regente tras la muerte de Carlos IV mientras se esperaba el nacimiento del hijo póstumo del rey difunto, que finalmente resultó ser una niña.
Felipe VI reclamó en 1337 el feudo de la Gascuña a Eduardo III (aferrándose a la ley feudal) después de incursiones por el Canal de la Mancha en un intento de restaurar en el trono escocés, al rey David II (aliado francés exiliado a Francia desde junio de 1333), pretextando que no respetaba a su rey. Entonces, el 1 de noviembre Eduardo III responde plantándose en las puertas de París y por medio del obispo de Lincoln declarando que él era el candidato adecuado para ocupar el trono francés.
Inglaterra ganaría importantes batallas como Crécy (1346) y Poitiers (1356), ya con el relevo de Juan II en lugar de Felipe VI, y obtendría la inesperada victoria de Agincourt en 1.415, bajo la competente dirección del rey Enrique V.
Una grave enfermedad del rey francés propició la lucha por el poder entre su primo Juan I de Borgoña o Juan sin Miedo y el hermano de Carlos VI, Luis de Orleans. El 23 de noviembre de 1407, en las calles de París y por orden del borgoñón, se comete el asesinato del armagnac Luis de Orleans. Las dos ramas de la familia real francesa se dividen en dos facciones: los que daban soporte al duque de Borgoña (borgoñones) y los que apoyaban al de Orleans y después a Carlos VII, Delfín de Francia, (que fue desheredado o ilegitimado desde 1420) (armagnacs), ligados a la causa de Orleans a la muerte de Luis. Con el asesinato del armagnac, ambos bandos se enfrentaron en una guerra civil y buscaron el apoyo de los ingleses. Los partidarios del Duque de Orleans, en 1414, vieron rechazada una propuesta por los ingleses que finalmente pactaron con los borgoñones.
A la muerte de Carlos VI en 1422 es coronado rey de Francia el hijo de Enrique V y Catalina de Valois, el infante Enrique VI (por lo tanto, Enrique VI de Inglaterra y I de Francia); en tanto que los armagnacs no dieron su brazo a torcer y se mantuvieron fieles al hijo del rey francés, Carlos VII, quien fue coronado también en 1422 de forma nominal en Berry, a falta de imponerlo como rey de facto, pero destronando al inglés de jure.

[editar] El misticismo de Juana


Juana de Arco recibiendo el mensaje del arcángel Miguel por Eugene Thirion (1876).
«Yo tenía trece años cuando escuché una voz de Dios», declaró Juana en Ruán el jueves 22 de febrero de 1431. Eso fue sobre el mediodía en el jardín de su padre. Añadió que la primera vez que la escuchó notó una gran sensación de miedo. A la pregunta de sus jueces, añadió que esta voz venía del lado de la iglesia y que normalmente era acompañada de una gran claridad, que venía del mismo lado que la voz.
La Iglesia Católica y la inmensidad de fieles, reconoció como verdaderas estas apariciones.
Cuando le preguntaron cómo creía que era aquella voz, ella respondió que le pareció una voz muy noble de tal manera que creyó que era enviada de parte de Dios («y yo creo que esta voz me ha sido enviada de parte de Dios»). Así pues, cuando la escuchó por tercera vez le pareció reconocer a un ángel. Y aunque a veces no la entendía demasiado bien, primero le aconsejó que frecuentara las iglesias y después que tenía que ir a Francia y en este sentido la empezó a presionar. Además esta voz la escuchaba unas dos o tres veces por semana. No mucho después, reveló otro de los mensajes clave que le envió, que sería el que ella levantaría el asedio en que estaba sometida Orleans: «Ella me decía que yo levantaría el asedio de Orleans».
El 27 de febrero, Juana identificó estas voces: se trataba de la voz de Santa Catalina de Alejandría y de Santa Margarita de Antioquía, las santas más veneradas del momento, si nos atenemos a la iconografía anterior a Juana.[5] Catalina, es definida a veces como una figura apócrifa a caballo de los siglos III y IV que murió a una edad similar a la de Juana; también erudita (patrona de muchas especialidades intelectuales) y habiendo persuadido al emperador Maximiano de que dejase de perseguir cristianos. Después sería condenada a morir en la rueda (un sistema de tortura que fractura los huesos), aunque se dice de ella que, al tocar la rueda, la rompió y, finalmente, tuvo que ser decapitada. Por otro lado, la leyenda de Margarita refiere que fue una doncella despreciada por su fe cristiana, a la que ofrecieron matrimonio a cambio de la renuncia a esta fe. Ante su negativa fue condenada a tortura, si bien logró escapar milagrosamente en varias ocasiones (antes de su captura definitiva y martirio). Por ello, es venerada por la Iglesia católica como santa virgen y mártir.
Juana afirmó que las había reconocido gracias a que las propias santas se habían identificado, algo que ya había declarado en Poitiers, con motivo del interrogatorio por la corte del Delfín sobre las visiones. Se negó a dar más explicaciones, emplazando a los jueces a ir a Poitiers si querían conocer más detalles.
Sobre el año en que sucedió, en un primer momento había dicho que fue cuando tenía trece años. Posteriormente detalló que hacía siete años que estas voces le aconsejaban y la protegían. Por lo tanto, restando siete años al día del interrogatorio, se encuentra que en 1424 se le habrían aparecido por primera vez las visiones.
Juana explicaría entonces (antes de mencionar el nombre de las santas) la misión que la voz le encomendó. Después de mencionar a éstas, los jueces le preguntaron a quién correspondía entonces la primera de las voces que había escuchado, aquella que le había causado tanto miedo siete años atrás. Ella, que todo lo que iba respondiendo, lo hacía con muchas reservas y ensimismamiento. Resistiéndose varias veces, respondió que fue San Miguel (San Miguel, protector del reino de Francia), al que vio con sus propios ojos, acompañado de los ángeles del cielo. De este modo, cumpliendo la orden de Dios que le había trasmitido el arcángel, partió para liberar Francia.

[editar] El asedio de Orleans


Juana de Arco comandando el asedio de Orleans por Lenepveu.
En sus apariciones, las voces le indicaron qué era lo que tenía que hacer. El detonante fue el asedio de la ciudad de Orleans, en octubre de 1428. Se trataba de una de las ciudades más importantes del momento.
Ella trató de recurrir a Robert de Baudricourt, comandante de la guarnición armagnac, establecida en Vaucouleurs, un poco al norte de Domrémy; lo cual hizo mediante su tío, Durant Laxant. Quería obtener una pequeña escolta para ir a buscar al delfín allí donde se escondía, en Chinon. Y es que para eso tenía que atravesar territorio hostil, defendido por los angloborgoñones, en alianza. Así, la Pucelle daría un mensaje secreto al rey que le había sido revelado por las voces.
Transcurrió casi un año hasta que Baudricourt, en enero de 1429, aceptó -ante la insistencia de la joven doncella-, concederle la escolta deseada. Juana ya había hecho un primer intento en la Ascensión de 1428 (el 13 de mayo, según Poulengy), pero había encontrado la resistencia del armagnac. Seguramente hubo otra entrevista a finales de año, hasta que Baudricourt cedió a sus deseos. Durante su posterior juicio, los jueces aprovecharon para discutir sobre las vestimentas de hombre que había usado la joven durante este viaje. La interrogaron sobre el motivo y ella respondió que había sido por orden de Dios, el Cual, de haberle ordenado vestir de otra manera, también lo hubiera hecho. Los jueces le preguntaron si no fue realmente por orden de Baudricourt, afirmación que ella negó rotundamente. Así pues, ella misma valoró positivamente el hecho de haber llevado vestiduras de hombre, ya que era el criterio y designio del Divino Hacedor. Asímismo, para persuadir a Robert de Baudricourt, le trasladó aquello que ya corría por boca de todo el mundo: que la virgen de Lorena salvaría el reino perdido por una mujer (seguramente refiriéndose a la hija póstuma del difunto rey Carlos IV).
El 29 de abril de 1429 Juana llegó al asedio de Orleans. Sin embargo, Jean De Orleans, cabecilla de la familia ducal de Orleans, la excluyó inicialmente de la dirección de las operaciones y de los consejos de guerra, rehusando informarla sobre los preparativos y decisiones bélicas.[6] Esto no evitó que ella estuviera presente en la mayoría de consejos y batallas. El grado de liderazgo militar que llegó a ejercer sigue siendo objeto de debate entre historiadores. Los historiadores tradicionales como Edouard Perroy concluyen que ella principalmente llevaba el estandarte y ejercía un gran efecto sobre la moral de los soldados.[7] Esta clase de análisis suelen basarse en el testimonio de Juana durante el juicio, en el cual afirmó que prefería su estandarte a su espada. La investigación académica actual, que se ha centrado en el juicio posterior anulatorio, asevera que sus compañeros oficiales señalaron que ella era una tacticista de mucho talento y una estratega de éxito. Stephen W. Richey opinaba lo siguiente, por ejemplo: "Ella procedió a liderar un ejército en una serie de victorias impresionantes que cambiaron el curso de la guerra."[8] En cualquier caso, los historiadores están de acuerdo en que el ejército tuvo un gran éxito durante la corta carrera de Juana.[9]

[editar] El segundo paso: el viaje hacia Chinon

Robert de Baudricourt en razón del fervor religioso que ya comenzaba a levantar envió a Juana a ver al convaleciente Duque Carlos II de Lorena a la ciudad de Nancy, René de Anjou le sucedería a su muerte en 1431, ya que estaba casado con su hija y heredera, Isabel de Lorena, quien era además cuñada del delfín, ya que su hermana, María d’Anjou estaba casada con éste (desde el 18 de diciembre de 1422). Juana, tenía el deseo de que René le acompañase a Chinon, pero en un primer momento sólo consiguió buenas palabras, dinero y un caballo, antes de partir Juana ira a rezar a la Basilica de Saint-Nicolas-de-Port dedicada al santo patrón de la Lorena.
En el período que Juana intentaba conseguir una escolta para ir a Chinon, fue albergada durante casi un mes por la familia Le Royer: Henri y Catherine Le Royer. Finalmente, sería Baudricourt el que le concedería una pequeña escolta de seis hombres que le harían iniciar el viaje a Chinon el 13 de febrero de 1429 aproximadamente. Entre ellos, estaban los dos que tendrían que cuidarla: Poulengy y Jean Nouillompont, es decir, Jean de Metz.
Jean de Metz (o Mès) y señor de Nouillonpont (o Novelenpont), fue uno de los hombres fuertes en el recorrido epopéyico de Juana, ya que estuvo a su lado en todas las batallas a partir de este momento. Poulangy, Bertrand de Poulengy (Poulangy o Polongy), «Pollichon», fue señor de Grondecourt, su familia fue ennoblecida en 1425 y como Jean de Metz, fue el otro responsable de llevar sana y salva a Juana a Chinon, además de acompañarla a lo largo de su trayectoria militar.
Jean de Metz hizo su declaración en el proceso de nulidad el 31 de enero de 1456, ya con una edad que rondaba los 57 años, mientras que Poulangy, un poco mayor, lo hizo el 6 de febrero del mismo con una edad aproximada de 63 años. Ambos declararon muy a favor de Juana (Metz: «Y cuando le pregunté quién era su señor, me respondió que era Dios. Entonces le concedí mi fe hacia ella, tocándole la mano, y prometiéndole que, con la guía de Dios, yo le conduciría hacia el rey») de lo cual se extrae la gran admiración y aprecio por la que consideraron su heroína. En cuanto a Jacques Darc, el padre de Juana, fue el más reticente al inicio de la misión de ésta.
Hacía el 13 de febrero de 1429 Juana emprendió el viaje que le iba a hacer atravesar territorio enemigo. Este viaje la haría muy famosa y todo el mundo conocería su aventura, pero desde un primer momento la escolta asignada no tenía realmente una idea clara de qué era la misión ni de quién era Juana.
Es cuando Juana iba vestida de hombre, como ya dijo por orden de Dios («Todo lo que yo hago es por orden de Nuestro Señor. Si él me ordenara tomar otro hábito yo lo tomaría, porque sería por orden de Dios»). Jean de Metz, diría al respecto en el proceso de nulidad: «Cuando Jehannette estaba en Vaucouleurs, la vi vestida con un vestido rojo, pobre y gastado […] Le pregunté si quería hacer el viaje vestida como iba, y ella me respondió muy enérgicamente que quería ponerse ropa de hombre. Entonces le di el traje y el equipamiento de uno de mis hombres. Después, los habitantes de Vaucouleurs, tenían un traje de hombre hecho para ella, con todos los requisitos necesarios».
El viaje hacia Francia del sur a través de territorio borgoñés, le hizo cabalgar de noche en horas intempestivas para disimular y no despertar la atención de ningún destacamento. Algunas de las ciudades más importantes por las que pasó fueron: Auxerre, Gien y Sainte Catherine de Fierbois.
Del paso por Auxerre, se sabe que llegó a participar en una Santa Misa en su catedral, lo cual probaba que circulaba pasando muy desapercibida por una ciudad muy hostil. De Gien, no se sabe casi nada de su paso, pero parece que pasó alrededor del mismo febrero por el único puente sobre el río Loira que quedaba en manos francesas, y fue el lugar donde comenzó a circular el rumor de que una doncella aseguraba que liberaría la ciudad de Orleans de su asedio y que coronaría al delfín en Reims. Habría vuelto a pasar hacia el 25 de junio del mismo año, 1429, para reencontrarse con delfín y viajar hacia Reims. Y finalmente, el paso por Sainte Catherine de Fierbois, por donde habría pasado a finales de febrero, seguramente el día 22. Esta localidad era muy valiosa, ya que se trataba de un santuario milagroso de carácter caballeresco. Fue allí donde escribió la carta a Carlos VII anunciando su llegada y donde quedó a la espera de la respuesta de la corte, que finalmente la recibió en audiencia.

[editar] La desconfianza del delfín

Aún con la gran memoria que se otorga a la gente de la Edad media, dados los medios de ésta, además de la inteligencia de «la Pucelle», es muy difícil saber si realmente sabía leer y escribir. Pruebas gráficas hay, de su firma como mínimo. Pero la cuestión está en el aire aunque se acostumbra a decir que en el período que estuvo en la corte del delfín, el verano de 1429, podría haber aprendido, o bien haber recibido vagas nociones.
Asimismo, la carta llegó a la corte de Chinon acompañada de la fama de «la Pucelle», lo cual originó un gran debate donde se discutió si era adecuado recibirla, es decir, si era cierto todo aquello que decía ser o era alguien que urdía un engaño. Hace falta decir que no faltó curiosidad por ver a aquella que decía portar la salvación de Orleans y la coronación del propio rey. Pero el factor detonante, fue la declaración de Baudricourt, que era un hombre de confianza del delfín. De esta manera, decidieron recibirla.

Tapiz del castillo de Chinon (Francia) representando a Juana reconociendo a Carlos VII entre la muchedumbre.
Esta fue la primera prueba que le hicieron pasar. Si el reino de Francia dependía de cómo pudiera reaccionar la corte de Chinon, no se podían arriesgar a que una joven, puede que iluminada, puede que mística, se presentara delante del rey y lo pudiera matar. De esta manera, el delfín se ocultó entre la gente que ocupaba la sala.
Cómo Juana consiguió reconocer la figura del rey entre el resto ha suscitado una gran discusión. Una de las tesis más razonables y lógicas es que ya se lo habían descrito previamente. Pero Juana en el proceso dijo lo siguiente: «Cuando entré dentro la habitación del rey lo reconocí de entre los otros por consejo y revelación de mi voz, y le dije que quería hacer la guerra a los ingleses».
Con habilidad, los jueces le presionaron y le preguntaron: «Cuando vuestra voz os señaló a vuestro rey, ¿había alguna luz?», a lo que ella se negó a contestar, como a tantas otras preguntas, con un francés seco y tajante «passez outre». Entonces añadieron si vio algún ángel encima del rey, a lo cual respondió de la misma manera. Con estas respuestas se han creado muchas opiniones, pero el hecho es que la revelación de su voz se podría haber producido antes de ir a Chinon, es decir que hubiera tenido un conocimiento previo como apunta la tesis de que ya se lo habían descrito con anterioridad. También podría ser que los propios ropajes le delataran.
Finalmente, el rey la recibió sola y ella le habría expuesto una plegaria para persuadirlo a que le diera un ejército y la enviara a Orleans; una de las curiosidades más buscadas de este tramo de su vida. Pero gracias al testimonio de Juan II, Duque de Alençon en el proceso (un hombre de gran peso, con sangre real), habría sido el siguiente:
Fue el señor y conde de la Vendôme el que la llevó al apartamento del rey. Cuando éste la miró, le preguntó su nombre. «Señor Delfín —contestó ella—, me llamo Jehanne, la Pucelle; y el Rey del Cielo te envía una palabra a través de mí, por la que tú serás consagrado y coronado en Reims, y que tú serás el lugarteniente del Rey del Cielo, que eso es ser rey de Francia». Después de que el rey le hubiera hecho unas cuantas preguntas, ella le dijo: «Con mis respetos, te digo que tú eres el verdadero heredero de Francia e hijo del rey, y él me envía para guiarte hacia Reims al final, donde puede que recibas tu coronación y consagración. Si tú quieres». Al acabar la entrevista, el rey dijo que Juana le había confiado secretos que no podían ser sabidos por nadie, excepto por Dios, el cual había puesto mucha confianza en ella. Todo esto he oído sobre Juana, pero no tengo testimonios sobre esto.
Parece ser entonces, que según el Duque de Alençon estas habrían sido las palabras que convencieron al delfín y también a su joven esposa Yolanda de Aragón; el delfín entonces le asignó dos oficiales, Ambleville y Guyenne, para protegerla. Jean d’Aulon se encargó de su intendencia. De todos modos, el delfín no dio carta blanca a Juana, ya que las presiones en su corte estaban diversificadas. Así pues decidieron hacerle una especie de proceso en Poitiers, para verificar si ella era quien decía que era. De este proceso, ella hizo muchas referencias a Ruán delante de sus jueces, pero lo cierto es que los documentos de Poitiers se han perdido, después de haber pasado por la Universidad de París (reticente al delfín) y por los propios jueces de Ruán.
Sobre Poitiers, lo que se sabe es a través de las declaraciones en el proceso de nulidad, y así se sabe para empezar que su duración fue de tres semanas, y que Juana, consiguió dejar una buena impresión a los teólogos que la examinaron. Maître François Garivel, que era Consejero General del rey, dio los primeros detalles, diciendo que ciertamente el proceso duró tres semanas y básicamente se trataba de plantearle muchas preguntas a Juana, para después poder examinar sus respuestas y su expresión; proceso que resultó satisfactorio, ya que ella siempre se mantuvo dentro de sus creencias y con gran firmeza, siempre defendiendo que era una mensajera de Dios y venía a llevar al delfín a Reims para consagrarlo. Comenzando porque tenía que escribir una carta a los ingleses pidiéndoles que se retirasen. También añadió que le sorprendió que ella siempre llamase al rey, delfín; y cuando le preguntó por qué no le llamaba nunca rey, obtuvo esta respuesta: «Ella me respondió que no lo llamaría Rey hasta que no fuese coronado y ungido en Reims, ciudad a la cual pretendía conducirlo».
En Poitiers, uno de los puntos clave, fue la manera como Juana se ganó esta confianza demostrando la solidez de sus creencias, además de conseguir el ejército para salvar a Orleans del asedio en que se encontraba. La pregunta de los jueces fue, naturalmente, que les diera alguna señal para que ellos pudieran confirmar que ella realmente era la mensajera de Dios que decía ser. Ella respondió que no había ninguna otra manera que darle el número de soldados que el delfín creyera conveniente, con los cuales ella misma levantaría el asedio.
Gobert Thibaut, terrateniente del rey de Francia y amigo de Poulengey, enriqueció con sus declaraciones los detalles del proceso en Poitiers, explicando que durante las tres semanas, se alojó en casa de Jean Rabateau. Además de hacer unas declaraciones muy positivas respecto a ella, concretó que los doctores y jueces consideraron cierto, además de que viniera de Dios, el hecho de sus profecías.
Maître Jean barbin, doctor en leyes y abogado del rey, siguió en la misma línea e hizo un recordatorio: una referencia a María de Avignon «la gasque d’Avignon», una mujer que hizo ciertas predicciones a inicios de siglo, causando una gran conmoción. Esta se dirigió al rey de Francia anunciándole que a su reino le venían encima grandes calamidades por sufrir, y habló de unas visiones en las que veía el reino desolado mientras en otras se le aparecía un ejército que se ponía en sus manos. Ella se acobardó ante la idea de tener que hacerse cargo, pero dijo que algún día vendría una joven maga que tomaría el ejército y salvaría Francia. Así, concluyó diciendo que naturalmente pensaron que Juana era esta doncella de la que hablaba María.
Finalmente testificaría el hermano Seguin de Seguin, dominico, profesor de teología y decano de la Facultad de Teología de Poitiers. Éste comentó cómo había escuchado de mano de Maître Jean Lombart la aventura de Juana hasta Poitiers, y después explicó que quiso poner a prueba su fe, preguntándole en qué dialecto le habían hablado las voces. La respuesta fue: «Uno mejor que el vuestro». Entonces él le pidió pruebas y ella, irritada, le replicó pidiendo un ejército, de número a decidir por el rey, con el que se haría con Orleans. Entonces, él, como valoración personal expresó que realmente había visto completados tales objetivos sin ningún tipo de duda.

[editar] Campaña del Loira

Artículo principal: Campaña del Loira
La Campaña del Loira fue la primera operación ofensiva francesa en más de una generación. Con el ejército francés comandado por Juana, consistió en la liberación del sitio de Orleans y en la recaptura de varios puentes sobre el río que estaban en poder del enemigo desde hacía mucho tiempo, fracturando el territorio francés en dos partes (norte y sur) e imposibilitando a los franceses para trasladar tropas, logística y suministros de una orilla a la otra. Por añadidura, se sabía que el plan inglés preveía utilizar al río Loira como cabeza de puente para lanzar una enorme operación ofensiva que, seguramente, hubiese culminado en la conquista de toda la Francia meridional y la destrucción total y absoluta del estado francés. La campaña del Loira, en consecuencia, consistió en cinco acciones:
  1. La liberación del sitio de Orleans.
  2. La Batalla de Jargeau.
  3. La Batalla de Meung-sur-Loire.
  4. La Batalla de Beaugency.
  5. La decisiva Batalla de Patay.
A estos combates se suma el extraño caso de la Batalla de los Arenques. Tras romper el cerco de Orleans, el ejército de Juana se desplazó a lo largo del río, liberando en menos de una semana los tres puentes de Jargeau, Meung y Beaugency. Luego de la victoria decisiva de Patay, quedó por fin expedito el camino de las tropas galas para poder dirigirse al norte y atacar a los ingleses en sus bastiones, frustrando al mismo tiempo el plan anglosajón de invadir Francia completa.

[editar] La confirmación de la validez de la palabra de Juana: Reims

[editar] El viaje hacia Reims

Artículo principal: Coronación de Carlos VII
El viaje que tenía que llevar a Carlos VII hacia su consagración se presentaba muy difícil aun con la alta moral del ejército tras Poitiers, pues tanto la ciudad como el trayecto estaban en manos de los borgoñones. Sin embargo, Juana había dicho que ella libraría a Orleans de su asedio y llevaría el rey a Reims.

Estatua de Juana de Arco.
La comitiva de la corte inició el camino hacia esa ciudad, pero se encontró con que la fama de la Pucelle se había extendido por buena parte del territorio y había hecho que el ejército armagnac del delfín fuese temido. Aquello fue una sorpresa que se fueron encontrando al paso por las diferentes villas de renombre que habían en la ruta que llevaba a Reims, bien al norte de Francia. Así pues, Juana pasó sin demasiados problemas por sucesivas ciudades como Gien, Saint Fargeau, Mézilles, Auxerre, Saint Florentin y Saint Paul (ruta que hizo desde la victoria de Patay el 18 de junio, hasta el 5 de julio en Troyes).
Desde Gien, se fueron enviando invitaciones a diversas autoridades para asistir a la consagración del delfín, quien quería hacer saber a todo el mundo que sería oficialmente el nuevo rey legítimo de Francia. El 29 de junio, el Delfín organizó a sus tropas. De Auxerre se llegó a prever una guerra dado que había una pequeña guarnición enemiga, pero después de tres días de negociaciones se consiguió obtener la colaboración de estos con Carlos VII y las consecuentes provisiones con tal de proseguir la ruta (aproximadamente el 1 de julio).
Idéntica situación presentó Troyes; una ciudad con guarniciones borgoñonas de más de medio millar de hombres. Los nobles de sangre real y la mayoría de los capitanes creyeron conveniente llevar la batalla a la zona de Normandía como siguiente paso, antes de pasar por Reims y así aconsejaron al Delfín, con la oposición de Juana, cuyas voces le habían indicado que el camino a seguir en aquel momento no era otro que la coronación definitiva del delfín en Reims, porque aquello ayudaría a menguar la autoridad, el soporte y el poder de sus enemigos. Y con esta idea fue a convencerlo, acompañada de Jean de Orleans, el Bastardo, en Troyes, después de haber convencido a la mayoría de los capitanes, según el propio Bastardo confesaba en el proceso de nulificación. Mientras tanto, la ciudad de Troyes se dividía entre los que estaba dispuestos a aguantar y los burgueses de la ciudad, temerosos de las duras consecuencias que podía tener verse involucrados en un asedio.
Juana consiguió convencer al rey gracias al argumento de sus voces. El Bastardo recordó en el proceso lo siguiente:
Noble Delfín —dijo ella—, ordena a tu gente que vaya y ponga en asedio el pueblo de Troyes, y no perdáis más tiempo en tales largos consejos. En nombre de Dios, antes de que hayan pasado tres días, yo os llevaré hacia el interior del pueblo, de buenas maneras o por la fuerza, y dejaremos atónitos de gran manera a los falsos borgoñones.
De esta manera, el rey aceptó. La villa cual no se atemorizó inicialmente mientras Juana desplegaba a las tropas. Una de los encuentros más importantes fue entre Juana y el hermano Ricard, enviado por los troyenses. De este encuentro, Ricard resultó convertido en un hombre fiel a la causa armagnac, según un burgués de París en el libro titulado Le Journal d'un Bourgeois de Paris. Es un libro anónimo, pero se sobreentiende que lo escribiría aquel que se puso en el título de este.
El ejército permaneció a las puertas de Troyes durante cinco días con las negociaciones, del 5 al 10 de julio, cuando pudieron entrar en la ciudad. La guarnición borgoñona permaneció pasiva, sin oponer resistencia. Tras esto, las siguientes villas no supusieron dificultad alguna. El 12 de julio se llegó a Arcy y un día después a Châlons. Fue por estos pueblos, cercanos a su Domremy natal, en los que Juana se reencontró con gente de Domrémy, como un primo suyo cistercense llamado Nicholas Romée, o Jean Morel, padrino de ella, entre otros villanos.

Catedral de Reims.
El día 15 de julio, la cabalgada (la chevauchée, como se